lunes, 19 de septiembre de 2011

cuentos cortos

DIEGO, MI NIETO VIRTUAL

María Eugenia Matú.

Las grandes tragedias de la humanidad se crean a través de pequeñas desgracias enhiladas. Alguien de pronto tiene una “gradiosisima” idea, a otro más se le ocurre secundarlo  y nunca falta un tercero que viene y le pone la cereza al pastel. Así, un buen día -sin material para escribir- Maruchita se inspira y decide que es momento de hacer tres cosas: 1.- realizar mono reportaje sobre la maternidad a temprana edad, 2.- buscar con que entretener a la Ex-quince y 3.- darle una lección de vida “que para eso estamos las madres” piensa, segura de sí, la agradable matrona.

Bastó una llamadita telefónica a la sub Claudia (tan linda y solidaria ella) y Maruchita lista está para convertir su vida en un pandemónium. Al buscar a la Ex-quince la encuentra desempeñando afanosamente el oficio que mejor se sabe: permanecer en su cuarto en estado catatónico. A boca de jarro, sin anestesia de por medio, y con la grandilocuencia que la caracteriza, Maruchita suelta la sopa “¿qué crees?... Te acabo de conseguir un bebé virtual para que lo cuides –como si fueras madre soltera- toooodo el fin de semana”. La Ex –quince (digna hija de su inconsciente madre) de inmediato se cuadra y acata el deseo como suyo “…mi viiiiiiida, ¡cosita!.... yo quiero un niño y le pondré Diego, no. Mejor niña, que se llame Camila… ¿no podrá Clau darme dos? Siiiiiii ¡que sean gemelos!” en este punto de la historia debió Maruchita entender que era hora de meter reversa, pero ¡NOO! La necedad por delante.

Fue a través de un mensaje telefónico que Maruchita recibió la noticia “¡felicidades abuela virtual! Está por nacer tu nieto, ¡qué quieres, niño o niña?”. Sabedora de lo que se dice en estos casos, Maruchita todavía responde con alegre enjundia “lo que Dios quiera mandarnos, conque esté sanito nos damos por bien servidos”. Y así, en un abrir y cerrar de ojos el Apéndice Mayor, mi Galletiux de fresa, la Ex-quince, se convierte: en madre adolescente de Diego. Ya no hay vuelta de hoja, durante un largo fin de semana  Diego alegrará nuestra gris y monótona existencia.

Más tardó Maruchita en escuchar el berrido que en ponerse de pie y correr a la cueva de los Apéndices “¡no lo vayas a tirar que son carísimos!”. Son las 2 de la mañana y a Dieguito se le ocurrió empezar a llorar. Cambio de pañal, llora Diego… toma de leche, llora Diego… sacada de aire, llora Diego… otro cambio de pañal y Diego sigue berreando “me lleva la madre de este hermosísimo niño”.  En la semioscuridad los ojos de la emocionada madrecita virtual destellan y Maruchita siente clarito como se le clavan en la nuca.

El Apéndice Menor, que hasta ese momento se había conducido con prudente discreción, lanza dos improperios entre dientes y nos avienta una almohada “callen esa cosa, que yo lo que quiero es dormir”. “Esta cosa es tu sobrino” piensa con dramatismo la abuela virtual, pero el momento es ríspido y optamos mejor por la retirada. Diego continua chillando, nada lo calma “…¿y si le quitas la tapa al biberón antes de darle la leche?” uuuuufff…por fin descubrimos el hilo negro!. Ya sabemos de qué lado pega la cinta diurex. Ahora sí, a dormir.

Por el mismo caminito serpenteante nos mantuvo el adorable nietecito. No más hacia de despegarse tantito de él la Ex–quince  y ya estaba pegando sendos berridos. Su ducha matutina de los sábados, que por lo general tienen una duración de 3 horas, esta vez se convirtió en una rápida “chaleadita”. Sentada en la puerta del baño el Apéndice Menor se solidariza y mantiene en brazos a su sobrino “sino te callas te voy a tirar por las escaleras” y de nuevo siento erizar los vellitos de mi nuca ante la gélida mirada que me lanza mi adorable y tierna hija menor.

Decididas a que la llegada de este nuevo ser a nuestras vidas en nada alterará la existencia despreocupada que solemos llevar, nos lanzamos inconscientemente a Mérida “porque Diego tiene que acostumbrarse a que somos pata de perro” dice Maruchita intentando convencerse de que la idea del nieto virtual es excelente. Desayuno en Hecelchakan, Diego llora. Paseo por las tiendas de Alta brisa, Diego llora. Función 3D de los pitufos, Diego berrea y Andrea tiene que salirse al pasillo. Almuerzo, Maruchita se colapsa. Y todavía la sub Claudia (linda y solidaria ella) envía mensajes telefónicos “suerte con tu nieto virtual, si sabes contar no cuentes conmigo, estoy de vacaciones”.

Todos quieren a Diego (pero retorcerle el cuello, o ahogarlo con una almohada) “¿Qué quieren que haga el pobre? A esta edad los bebés sólo saben llorar” defiende a su cachorro la novel madrecita, empotrada en su papel de madre soltera encara la vida con valentía y como que no quiere la cosa lleva a Maruchita hacia una tienda de accesorios para bebés. La Ex -quince hace lindo pucherito, entrecierra sus ojitos y sale con ropa nueva para Dieguito. La rapidez de la abuela virtual no permite que la Ex –quince saque cuentas “mira! Esos portabebés tienen descuento del 30 por ciento. Así ya no voy a tener que cargar a Dieguito todo el día”.

P.D. maruchita21@live.com.mx ha prestado oídos sordos a las apreciaciones del Apéndice Menor “yo le voy a pedir a Claudia que mejor me dé una bebé, porque hay cosas más bonitas en la tienda para niñas”.